Resplandor – «Tristeza» [RESEÑA]

Por: LesterStone

La aparición de un álbum nuevo de Resplandor después de 14 años (!) me retrotrajo al momento exacto en que su música entró en mi radar: hace más de 2 décadas, viendo una repetición de medianoche de “Distorsión” (programa vespertino que conducía el crítico Pedro Cornejo en el canal del Estado), programaron el video de “Sueños de un ave” (tema incluido en su debut, Elipse, aparecido en el 2000). No sé si fue porque ya estaba somnoliento por lo avanzado de la hora o debido a que su onírica factura audiovisual me indujo a ello, pero al día siguiente no estaba muy seguro si lo que había visto fue real o producto de una ensoñación. Desde luego, el clip lo volvieron a pasar en otros episodios de dicho espacio televisivo, lo que me confirmó que efectivamente existía, siendo una suerte de ritual iniciático para quien esto escribe, no solo en el trabajo del conjunto liderado por el guitarrista y cantante Antonio Zelada, sino además en los sonidos etéreos de manufactura local, de los que por entonces no conocía intérpretes en nuestra comarca. Haciendo un salto temporal y ya como un oyente habitual de rock peruano, pude confirmar el buen hacer de Resplandor, refrendado en títulos como Ámbar (2002) y Pleamar (2008), que si bien establecen un continuismo de la bienamada impronta shoegaze y dream pop de raíz noventera, este era llevado a cabo con innegable aplomo y solvencia compositiva, haciendo del acto uno de los más renombrados dentro de su estilo, no solo en el ámbito local sino también en el latinoamericano. Hacia inicios del decenio pasado dejé de tener novedades sobre la agrupación, por lo que asumí que -como suele ocurrir con bandas ya establecidas o con algunas prometedoras- circunstancias vinculadas a lo difícil de dedicarse a la música por estos lares lo hicieron pasar a mejor vida o, al menos, entrar en indefinido hiato.

Transcurridos casi un par de lustros desde su último lanzamiento, Zelada decide poner fin a la hibernación de su proyecto más célebre y Resplandor vuelve a ser un ente activo, no solo en lo que respecta a actuaciones (le abrieron a Slowdive en 2017) sino con la idea de retomar la senda discográfica, para lo cual establece luego como centro de operaciones a Países Bajos. “Bocanada (Faraway Whispers from the Sea)” y “Sensitive / Until She Comes” (estas dos últimas versiones de Field Mice y Psychedelic Furs, respectivamente) fueron los sencillos que marcaron su regreso a los estudios de grabación y hacían anticipar la llegada de un larga duración con material inédito, lo que se concretó finalmente en abril de este 2022 con Tristeza. Contando con la participación en producción y mezcla de Robin Guthrie (guitarrista y artífice del sonido de los legendarios Cocteau Twins, que ya había cumplido la misma labor en Pleamar) y la masterización de Simon Scott (baterista de Slowdive, otra de sus referencias ineludibles), la formación de Resplandor ahora se completa, además de Zelada, por Joeri Gydé (bajo y cello), Tatiana Balaburkina (sintetizador y coros) y Christopher Farfán (batería, integrante de larga data), sumando para esta entrega a músicos como Henry Gates (ex-miembro del grupo, hoy solista y mitad del dúo Thank You Lord for Satan) y Darko Saric (Índigo), mientras que el propio Guthrie se cuelga el bajo en “Rêverie”.

“Blue” marca el punto de inicio para Tristeza y es una pieza que, aun con su estructura pop y sus concisos 4 minutos y medio (en los que sobresale la amalgama vocal entre Zelada y Balaburkina), posee aquella textura ruidosa que es parte indesligable de la personalidad sónica de Resplandor, con un denso magma guitarrero que discurre como telón de fondo. Una aproximación semejante al formato melódico es la que exhibe “Adore” (que a fines del 2020 fue el primer single de adelanto), pero que en comparación presenta un acabado más amable y ensoñador, lo mismo que sucede en “Silencio”, composición de reverberados ecos que cierra la versión digital del disco y oficia como bonus track para sus ediciones en CD y vinilo. Pese a lo rotunda que parece esta tríada de canciones, que podrían complacer la pulsión por momentos de digestión más inmediata por el melómano de turno, es sin embargo en sus pasajes extendidos en donde reside el mayor atractivo de Tristeza como obra, como lo son la crepuscular “Rêverie” (que, aupada por la letanía vocal de Balaburkina y en base a una sempiterna repetición rítmica, consigue crear un paisaje de trance por 8 minutos), el tema-título (que coquetea dulcemente con el pop en su primer segmento y luego se sumerge en un cinemático cierre instrumental), “Océano” (inescrutable en su cacofónica naturaleza, lo más hipnótico y sugerente aquí) o “Feel” (de toques electrónicos, algo menor comparado al resto del repertorio, quizá por una sección de cierre en plan drone/ambient cuya duración se me hace anticlimática). Huelga decir que, al igual que sus predecesores, este es uno de esos álbumes que es recomendable escuchar de modo íntegro a fin de poder asimilarlo más vívidamente, no solo por un tracklist que bascula de forma inteligente entre lo accesible y lo hermético, sino por la atmósfera inmersiva y claustrofóbica -lograda a todas luces- a la que puede inducir a quien decida prestarle la atención debida.

Tristeza no es un artefacto rupturista con respecto a la música que Resplandor había entregado en su primera década de existencia, pero se desenvuelve con la prestancia suficiente como para redondear un disfrutable regreso que confirma que las cualidades que hicieron interesante a la agrupación se encuentran intactas, abriendo la posibilidad de una nueva etapa igual de sólida (y esperemos que fructífera) para el conjunto de Zelada, incluso si es que fuese desde ultramar. Solo queda estar a la expectativa.

Escucha el álbum completo aquí:

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