Gerardo, el imprescindible

 

Escribe: Hugo Lévano (Sótano Beat)

El día que Gerardo Rojas y Pico Ego-Aguirre se conocieron, en los estudios de Telenueve, el rock peruano encontró a dos de sus mejores aliados. Desde entonces, no transcurrió un solo día sin que el núcleo de Los Shain’s no estuviera dedicado a organizar conciertos, presentaciones en tv, componiendo o tocando en vivo.

Pico usa hasta el día de hoy un dije en forma de guitarra eléctrica que reafirma la seriedad de su compromiso con el rock. A Gerardo, quien cantaba con una sonrisa en las matinales (que se desbordaba cada vez que se acrecentaban los alaridos de las chicas), solo una maldita enfermedad pudo detenerlo.

Recordemos algunos logros (no solo proyectos) que, en los años 60-70, alcanzó Gerardo:

Su primer LP, El ritmo de Los Shain’s, es un clásico del garaje latino. Formado por temas propios y versiones, mostró su preferencia por los sonidos más rockeros en detrimento de la nuevaola. Es injusto reducirlo a un “son solo rockopias”, como lo clasificaron los subtes de los ochenta. Sus creativas guitarras, sonido del Farfisa y aullidos que llaman al baile, suenan perfectas al lado de cualquier otra canción anglosajona de la época.

Ilustración del blog wakytokyartmuseo.blogspot.com

• Con Los Shain’s y The (St. Thomas) Pepper Smelter, recorrió el país de forma profesional, con contratos serios e invirtiendo buena parte de las ganancias en equipos adecuados de música. Además, aprendió y luego enseñó inglés, como parte de su capacitación musical. No provenía de un colegio bilingüe.

• Words of pain, de The (St. Thomas) Pepper Smelter.

• Desde inicios de los años setenta fue trascendental su trabajo como disc-jockey. Primero en radio América y luego en Miraflores, difundiendo grupos nacionales y las novedades en inglés. Hasta bosquejó, ¡en 1971!, una Historia del Rock Peruano, que iniciaba con los Astoria Twisters, vía su programa ¿Están listos?.

• Como ejecutivo de diversas casas discográficas, alentó el lanzamiento de grupos exitosos, y otros no tan conocidos que de otra forma hubieran quedado relegados. Además, compiló LP especialmente realizados para el mercado nacional (como el Superheavy). Por otro lado, también “demoró” la salida de canciones, como Radar love, para favorecer la versión de Pax.

• Ya bajo el seudónimo de Gerardo Manuel, tuvo el poder de convocatoria necesario para armar una súper banda de músicos peruanos, dejándonos tres discos con acabados de primera y grabados con tecnología de punta de la época.

• Su trabajo en la radio lo llevó pronto a la televisión. En 1972 condujo el semanal Hola, patas, en el que tocaron We All Together, Pax, Catarsis, New Telegraph, Illicit, Belking’s, Cookings Morning, Gerardo Manuel y El Humo, Elisa Díaz y Beto Martínez, entre otros. También intérpretes de la música andina, tal como lo dictaba la política cultural del velasquismo sobre la televisión estatizada.

• Pirámide, Gerardo Manuel & CVP (Cuerda, Viento y Percusión) (1974).

• Con sus posteriores programas televisivos, como Música abierta y Música en el aire, paralelamente organizó conciertos, con grupos como La Mole o Frágil, que repasaban éxitos de Fleetwood Mac, Tina Charles o Kraftwerk. Todo esto fue una titánica labor de la cual no ha quedado registro porque no existía (ni existe) en nuestro país una política seria de conservación de documentos. Ni siquiera hay registros visuales del segundo gobierno de Belaunde, así que no vale usar la muletilla de los militares tienen la culpa.

• Coincidiendo con el revival mundial por los Beatles (generado gracias al LP Rock’n’Roll Music), Gerardo apoyó los primeros conciertos y homenajes al grupo de Liverpool. Su beatlemanía fue tanta que una de sus últimas presentaciones fue con el uniforme del Sgt. Pepper.

• Desde 1978, con Disco Club, alcanzó un éxito inesperado (hasta para sus productores), llegando a amplios sectores populares al coincidir con una época de libre importación y abaratamiento de los televisores. Recomendamos leer este informe de Subte Rock.

Gerardo recibió numerosas críticas a lo largo de su carrera. Algunas por el escrupuloso apego a sus propias reglas morales (lo suyo fue monogamia, vaso de leche y rocanrol); otras, por sus testimonios tergiversados (o erróneos) de muchos acontecimientos en los que participó, según lo señalaron más de una vez amigos y extraños.

Sin embargo, hasta sus críticos más intransigentes (como lo fueron los subtes en su momento) no dejaron de reconocer su trabajo por generar una escena musical sólida, una lucha a la que dedicó toda su vida, sin provenir de una familia acomodada, sin años sabáticos, sin trabajos paralelos.

Muchos músicos, luego de dedicar uno o dos años al rock, desaparecieron, y eran buenos. Otros lucharon muchos años antes de abandonar la escena, y eran mejores. Pero Gerardo luchó toda su vida. Esos son los imprescindibles.

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