El Mulu: «La música contingente debe ser el motor de la unión de fuerzas para generar cambios»

Hace algunas semanas les presentábamos con mucho gusto «Volcán», el nuevo single del emergente cantautor chileno El Mulu. Y es que nos conquistó con sus armonías en guitarra acústica, su alto nivel de producción y una voz que aunque joven, goza de un registro grave muy bien pulido.

Tal fue nuestra sorpresa con este descubrimiento que decidimos contactarnos con el artista detrás del proyecto. Fue así como pudimos conversar con El Mulu, quien actualmente reside en México y desde allá compartió con nosotros detalles de su vida en CDMX, su roce con grandes artistas chilenos y parte de su imaginario artístico y social. 

-Con solo 25 años, tu debut en plataformas digitales fue una colaboración con un artista de amplia trayectoria como Manuel García. Sabemos que también has tenido la oportunidad de trabajar como productor y arreglista para Mon Laferte. ¿Cómo ha influenciado este roce artístico el inicio de tu carrera como solista?

-Imagínate. A veces ni estoy muy seguro de lo afortunado que fui al tener la posibilidad de colaborar con alguien como Manu o como Mon. Y digo afortunado, porque el aprendizaje que significa y conlleva compartir con gente tan talentosa y brillante es difícil de explicar. Fue Mon y Manú Jalil, mi productor, quienes me invitaron a trabajar mi proyecto en Ciudad de México y fue aquí mismo donde conocí a Manu, el día en que vino a grabar con Mon la reversión de «La Danza de las Libélulas«. Luego de la sesión compartimos en una pequeña bohemia donde comenzó a circular la guitarra y fue ahí cuando sintonizamos, incluso me invitó a cantar en su concierto de celebración de 50 años. Yo lo escucho desde que tengo 15 años, fue una de mis grandes influencias musicales, tanto por su lenguaje guitarrístico como en las letras. Hasta el día de hoy en lo que respecta mi proyecto, lo considero como un especie de mentor, que me ha ayudado a disipar inquietudes que a veces van un poco más allá de lo musical. El que haya colaborado conmigo en «Marta», fue un regalo indescriptible, no solo porque lo admire desde siempre, también porque se me hizo muy importante que dos generaciones de músicos pudieran unir fuerzas y cantar sobre un fenómeno que trasciende y no ha dejado de ser latente. El trabajo con Mon fue igual de especial, y también accidental. Durante mi primer viaje a México nos tocó compartir varias veces, porque Jalil es también su productor y él y yo pasábamos mucho tiempo juntos porque era la primera etapa de producción de mi disco. Estaban ellos en una sesión y yo andaba merodeando en el lugar, hasta que me acerqué a escuchar lo que estaba sucediendo. Trabajaban en “Biutiful”. Naturalmente se dieron las cosas. No me di ni cuenta cuando estaba ya participando de la producción musical y en los arreglos a la par con los chicos. El año pasado la canción obtuvo un Grammy Latino a la Mejor Canción Rock. Como te digo, hay cosas que en el momento no dimensionas. No se si hay alguien actualmente que se aproxime a la visceralidad, versatilidad, sensibilidad y talento de Mon. Es sencillamente impresionante. Y por otro lado, creo que Jalil va a ser recordado como uno de los grandes orquestadores de música latinoamericana del siglo XXI.

-Tanto en “Volcán” como en tu single anterior “Marta” exploras sonoridades folk con ambientes que evocan a lo cordillerano, a lo autóctono de tu tierra natal. Destacados artistas chilenos y latinos están llevando este concepto artístico al mundo. ¿Cómo surge esta decisión estilística y qué tan presente estará en trabajos venideros?

-No fue una decisión como tal. No es algo premeditado, sale con mucha naturaleza. Tiene que ver con el folklore que carga cada uno, que está intrínsecamente en la sangre. Yo por menos, cuando era más adolescente escuché y aprendí mucho del folk anglosajón, sobre todo en el lenguaje guitarrístico. Aquí te podría dar nombres como Nick Drake, Elliot Smith, The Tallest Man on Earth, Jose Gonzalez. A medida que crecí, me fui cultivando de la raíz latinoamericana. De Chile podría hablarte de Violeta Parra, Victor Jara, Illapu, Inti-Illimani y muchos otros exponentes que me transmitieron lo cordillerano, lo altiplánico, como bien dices. Aún así, mi aproximación a este mundo es muy pero muy personal. Nunca he abordado la música de raíz de ninguna región de una manera purista. Me gusta pensar que está en una constante re significación y que puede acoplarse perfectamente con otras cosas. Si hubiese que establecer un elemento en común entre Volcán, Marta o el resto de canciones que aún no compartimos es que hay elementos de la raíz que conviven con sonoridades más alternativas, etéreas y contemporáneas.

-Revisando la información disponible en internet sobre ti descubrimos que has estado bien activo en torno a las movilizaciones sociales y también que emigraste de Chile a México. ¿Cómo ves la situación para los artistas en la región? ¿Qué has descubierto sobre la escena en tu estadía en CDMX?

-Desde adolescente siempre fui partícipe de las movilizaciones sociales en Chile. Como muchos colegas artistas. Lo que se vio en el Estallido Social de Chile el 2019 también se pudo ver en Ecuador, Bolivia, recientemente en Colombia. Creo que en todos los casos comenzó a brotar un sentido de urgencia. De recurrir a nuestro arte como medio de rebelión, como herramienta para componer un retrato de la historia que estamos construyendo. Son experiencias que hacen que muchos nos replanteemos el lugar desde el cual estamos cantando. La música contingente no es solamente referirse a un hecho específico. Va más allá de eso. Tiene que ver con la honestidad en el canto para palpitar con el entorno y generar puentes a través de la música que facilite el encuentro de las personas, que se construya un colectivo, que la música sea el motor de la unión de fuerzas para generar cambios. Que sea una vivencia. Creo que hay que cantarle a todo. A la indignación, a la festividad, a la nostalgia, a la alegría, al desamor, la incertidumbre, todo. Aquí en CDMX hay una abundancia cultural alucinante. No solo porque México posea de por si esa abundancia, sino porque es un lugar que acuna cantautores y cantautoras de todo el globo. La escritura sudamericana es muy sutil y delicada, pero aquí las cosas se dicen más que al hueso y sin escrúpulos. Es cosa de escuchar a Chavela Vargas, por ejemplo.

Imaginamos también que estás rodeado de buena música por allá. ¿Qué artistas nos recomiendas de tu círculo en México para acompañar la escucha de “Volcán” y “Marta”?

-Aquí no terminaría nunca. Son muchos y muchas los que vienen a mi mente. Pero vamos a empezar por algo. Daniel Dennis es un cantautor de Chihuahua que recomiendo siempre, por cómo me identifico con su forma de tocar la guitarra acústica. Antony Escandón, también de Chihuahua, quien posee de las canciones más bellas que he escuchado, es también uno de los proyectos más interesantes de la escena independiente de aquí. Tengo la suerte de poder estar trabajando en la producción de uno de sus próximos sencillos. Arrova Nat, Nico Orozco, Andrés Canalla y Erik Canales son cantantes que poseen esta cualidad de la que hablaba antes, de cantar a través de una poesía directa y visceral. También hay exponentes de otros países, como te mencionaba. Clara Besfamille y Lei, ambas de argentina, aportan una frescura inmejorable a la escena de aquí. Y por supuesto, además de mi, hay más chilenos y chilenas. Mati Santos, con quien nos vinimos juntos a la CDMX, está lanzando un disco increíble producido por Andrés Landón, además que tengo la fortuna de poder estar produciendo una de sus próximas canciones. Cancamusa es alguien que ya lleva un rato aquí, desempeñándose como baterista de Mon laferte. Me encanta lo que hace. Max Valdés, también chileno, en fin. Si continúo te escribo un informe larguísimo. Hablamos de un lugar donde el talento abunda de manera impresionante.

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