La grabación en vivo siempre es una prueba de fuego. Pone en evidencia todo lo que los discos de estudio pueden maquillar —las voces rasgadas por la euforia, los instrumentos que se pisan en medio del vértigo, la audiencia como una bestia con corazón propio. En DeBi TiRaR MáS PoGos, 40 Gramos decide prescindir del escudo técnico para dejarse grabar como se vive —sin filtros, sin regrabaciones, sin el barniz pulcro que tanto ha domesticado al punk en los últimos años. El resultado no es solo un documento de época. Aquí se valora la falla, la sobrecarga, el desenfoque, la saturación. La estética del error como testimonio de vitalidad.
La escena de punk rock melódico limeña, en su mejor momento, tenía como marca de fábrica ese desborde adolescente. 40 Gramos fue testigo y cómplice de esos años, y este disco en vivo es una cápsula de esa energía persistente que aún no caduca. Lo grabaron en el C.C. Festiva —uno de los pocos espacios que aún sostienen la música en vivo en Lima— y lo que se escucha no es solo música. Son cuerpos apilándose, gritos que no llegan a ser coreados del todo, una distorsión que abraza más de lo que daña. La grabación tiene el color de un VHS —tosca, cálida, inexacta. Pero eso es lo que permite que el disco no solo se oiga, sino que se sienta.
Sin mirar atrás ni disfrazarse de leyenda, 40 Gramos entrega un disco que transpira presente. Aunque la banda carga más dos décadas de historia, lo que se impone aquí es la vitalidad intacta de un grupo que sigue hambriento. Las canciones suenan más sucias, más veloces, más desbordadas que en estudio. Y esa es su virtud. El punk de 40 Gramos se vuelve una experiencia física —golpes de platillos que sacuden el pecho, bajos que rugen como motores viejos, guitarras que parecen apuñalar el aire. Todo está a punto de colapsar, y por eso funciona.
DeBi TiRaR MáS PoGos también funciona como prueba de continuidad. Dos décadas después de haber irrumpido en la escena, 40 Gramos no solo sigue en pie, sino en movimiento. Tocan en festivales, llenan bares, sacan discos con regularidad. Persisten donde muchas bandas quedaron en el camino, y lo hacen sin cinismo ni automatismo, con una entrega que aún parece disfrutar del vértigo. Este álbum en vivo no marca el fin de nada, sino la reafirmación de un rumbo elegido con alegría. En tiempos de agotamiento, suena refrescante que una banda así siga haciendo ruido por gusto.
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