“Has excedido tu tiempo, tienes dos semanas para irte de aquí. Si te excedes, vamos a prohibir tu reingreso a los Estados Unidos…”
Estaba en Miami, llegando desde Medellín, y había programado mis fechas de viaje cuidadosamente justo para evitar esto. A inicios de año recibí la invitación para participar en el Underground Music Showcase 2024 en Denver, Colorado – el festival más grande de la ciudad. La noticia me había iluminado y por meses me enfoqué a practicar diariamente, recorrer el Caribe Colombiano en exploración musical, y resucitar poco a poco mi casi abandonado proyecto musical: Soldetrópico. Estaba convencida que era una señal del universo, todo andaba en marcha, hasta que pasó esto.
Lo peor que puedes hacer ante agentes de aeropuerto es perder la calma, estoy segura que gracias a eso no me regresaron de inmediato. Ese momento me llenó de ira, pues me estaría forzando a cancelar mi participación. Solté algunas lágrimas mientras esperaba en silencio mi maleta – curiosamente demorada por una hora – junto a todos los que llegábamos desde Colombia.
No es la primera vez que me sucede algo así. Al menos dos veces antes me mandaron a otra sala para cuestionarme y hasta revisarme el celular. Honestamente, ingresar al país del ‘American Dream’ desde Latinoamérica puede ser muy humillante, principalmente porque se asume que todos buscamos vivir allí. Pasé algunos días deprimida y en cama pensando en mi mala suerte, pero ya estaba, ya había cancelado mi participación y tenía los pasajes comprados para irme hasta que…

Una voz en mi cabeza me dijo: ‘revisa tu estatus online’, y allí pude ver con incredulidad que lo que me había dicho el agente contradecía el registro oficial. Consulté con abogadas, y me dieron razón de que podía quedarme el tiempo usual permitido. Al parecer, el agente había aplicado una de las típicas trampas psicológicas que cada vez son más creativas en el control migratorio del aeropuerto de Miami; que recibe la mayor cantidad de migrantes latinoamericanos hacia EEUU. La calma me salvó: no pisé ese palito – bueno no como ellos esperaban.
Milagrosamente me admitieron de nuevo en el festival. No sé si alguna vez estuviste en coma y regresaste a la vida, pero para mí esta experiencia fue tanto como regresar de la muerte. Mi enfoque estaba puesto: quería representar a Sudamérica ahora más que nunca. Tenía que dejar (nuestra) marca, tenía que transmutar esta mala experiencia en algo digno de recordar.

El lineup es inmenso y muy variado, por lo que mi principal misión este año es presenciar y descubrir lo latino: Reyna Tropical y Rubio – las headliners latinas más esperadas, el uruguayo Juan Wauters, así como los locales: The Mañanas y Ritmo Cascabel. Durante el evento también conocí una manchita de artistas de Ecuador: Neoma y Fuya Fuya.
Es grato saber que a parte de mí también se encuentra Don Chicharrón representando a Perú. Aldo Pantoja es peruano-gringo, líder y vocalista de la banda, que ya lleva años tocando chicha y cumbia amazónica en Denver, con audiencias locales cada vez más grandes: “Mi familia es de Tarma y estos sonidos son los que estaban en mi casa. Así que decidí usar estos ritmos que no son comunes aquí, para que vean el orgullo que tengo (…) Mis amigos del colegio son los de mi banda. Ellos ya tenían sus grupos de rock, country, uno de ellos era DJ… estaban abiertos, y ya estamos creando.”

Otro compatriota, Stephen Smith-Contreras (Yucasoul) es percusionista/músico/profesor, y junto a la DJ Selecta C fundaron Siembra Soundsystem hace 2 años. Sus fiestas y presentaciones se han vuelto el centro de la fiesta latina en Denver desde entonces: “Siempre me gustó la música afrolatina (…) Creo que hacía falta en Denver, no había muchas noches con estos ritmos. Decidimos hacer un evento con Selecta C, se llamaba: Siembra. Eventualmente decidimos convertirlo en un proyecto musical, y aquí estamos, avanzando.”
Yucasoul también es Director de Programas en Youth on Record, la ONG que co-produce el festival. Ellos se dedican a brindar programas centrados en la música para ayudar a empoderar jóvenes de minorías BIPOC/LGTB Q+. El enfoque pro-comunidad del festival es notorio: bares sobrios, accesibilidad, lineups inclusivos y con paridad, etc. Los artistas participantes también accedieron a los IMPACT DAYS: 2 días de charlas y talleres gratuitos con foco en la industria musical. Allí pude conectar con la directora ejecutiva y co-productora del festival: Jami Duffy, cuya mentalidad y experiencia permea toda la infraestructura del UMS. Le pregunté sobre su intención personal al trabajar en esta causa y por qué hacerlo con la música:
“Realmente es un trabajo de amor por la comunidad, es todo independiente. Me encanta ver gente empezar su camino y vivir la vida que quieren para sí mismos. (Para hacer música) muchas veces no se cuenta con los recursos o el apoyo para lograrlo, así que si yo puedo ser parte de proveer eso… creo que es un gran factor para mí.”
Tendría que escribir un artículo aparte para resumir todo lo aprendido y lo beneficioso que fue participar como artista en un proyecto así – de forma programada, cumplida y remunerada. Pero comparto lo que más destacó para mí: los artistas también debemos desarrollar un interés por aprender a gestionar proyectos y fondos para ejecutarlos como un medio para sostener y crecer nuestras comunidades artísticas, y lo crucial que es brindar espacios de inclusión para diversidades y proyectos debutantes.
Sabemos que la realidad de la industria musical en Perú es muy diferente, pero estoy convencida que el talento en Perú y Sudamérica es gigante. Hay algo en vivir en medio del constante caos que paradójicamente nutre el arte. Pero si cada quien tira para su lado, siempre será difícil generar abundancia, porque la verdadera satisfacción de la música es la conexión humana. El dinero fluye mejor donde hay comunidad, pero más allá de eso, hay abundancia en tener intenciones trascendentales, tal vez así podremos empujar a que la industria no sólo se enfoque en usar a los artistas y a la música como un commodity.

¿Y en cuanto a mi presentación?
Qué feo sería aplicar el autobombo, así que aquí se los dejo grabado para que cada quien saque su conclusión. Sólo diré que temí que no aparezca mucha gente por ser la última de todo el festival y al final Denver me demostró lo contrario: me trató con amor y me hizo sentir como en casa (pero no le digan eso al agente migratorio, porfa).
Mis agradecimientos a Bruce Trujillo, Mitchell Walker, Luciana Callañaupa, Renzo Lobato y todas las personas que me permiten difundir mi/la/nuestra música.
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