Desde Huancayo, Nunca Tuvimos Verano exorciza el duelo amoroso en «Tomo algo para no enloquecer»

En una ciudad donde la lluvia golpea los techos con la misma intensidad que los recuerdos, Nunca Tuvimos Verano propone una forma de exorcizar el duelo amoroso: un trago, una canción y la reverberación de una despedida que se niega a morir. Tomo algo para no enloquecer trasciende el lamento melódico y se convierte en un acto de resistencia ante la inercia de lo perdido. El proyecto liderado por Arturo López ha convertido la melancolía en un artefacto emocional que deja huella en las entrañas de Huancayo y más allá.

La canción respira con un ritmo pausado y rugoso, como si intentara sostenerse en el aire antes de desplomarse. La voz de López deambula entre la resignación y la nostalgia, un hilo delgado que conecta a quienes alguna vez sintieron que el 14 de febrero no era un día de celebración, sino de cierre de capítulos. La instrumentación acompaña con una delicadeza engañosa: guitarras envueltas en reverberaciones discretas, una percusión que suena como el tic-tac de un reloj que marca el fin de algo importante.

El videoclip, dirigido por Abdul Solís, es un ensayo visual sobre el desamor sin dramatismos gratuitos. La mesa puesta para una cena que nunca será feliz, la sandía como un símbolo de lo efímero y la rosa seca como un recordatorio de lo inevitable. Antonella Vilela y Arturo López habitan la escena con gestos contenidos, casi como si fueran espectros atrapados en una realidad que ya no les pertenece. Todo parece flotar en esa atmósfera de despedida prolongada, donde el peso del pasado se siente en cada plano.

Nunca Tuvimos Verano ha sabido moverse dentro de la escena independiente de Huancayo sin necesidad de grandilocuencias. Su crecimiento responde a la forma en que las bandas de la ciudad han construido una red de colaboración que permite que la música fluya sin forzar su presencia. Aquí no hay prisa por la validación externa, solo una búsqueda constante por capturar lo que a veces escapa entre los dedos: una emoción, una imagen, una verdad incómoda.

La canción deja un sabor amargo, pero necesario. Tomo algo para no enloquecer no ofrece soluciones, solo un refugio momentáneo. Huancayo sigue lloviendo, los amores siguen terminando y, mientras tanto, la banda sigue convirtiendo el desconsuelo en arte.

Atentos al lanzamiento del EP este 7 de marzo.

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